Arraigo hace alusión a un elemento común en las fachadas de las calles de Mislata, el interior de los toldos de las ventanas y balcones de las viviendas. Reproduce su parte oculta, recreando el volumen que estos ocupan con los estampados de vegetación tropical, paisajes idealizados, exóticos y coloniales que suelen contener.
Basada en lo artesanal, la obra funciona como un activador de la memoria colectiva y del arraigo
al territorio. Otorga una mirada poética del espacio público e incluye dentro del paisaje urbano un
elemento único, basado en un proceso de elaboración lento y con materiales que se alejan de lo industrial.